Por Pedro Campoy López y Alexandre Martínez Schönemann.
La cantidad de plástico que va a parar al medio marino no ha cesado de aumentar y esto no es nuevo; desde los años 50 hasta ahora la producción de plástico ha crecido de forma exponencial, llegando hasta los 322 millones de toneladas por año en la actualidad1 y colateralmente nos encontramos con el aumento de los vertidos de plástico al mar que se estiman de entre 4 y 12 millones de toneladas al año2.
Estos datos no han pasado desapercibidos y la prensa se ha hecho gran eco de las espectaculares imágenes de aves o mamíferos marinos con plásticos en su interior. Pero a pesar de la dureza y contundencia de estas imágenes, la problemática de los plásticos no acaba y tampoco empieza aquí. Un hecho mucho menos conocido pero de importantes repercusiones para gran cantidad de organismos marinos, e incluso para el ser humano, que no ha sido portada de ningún periódico es el hecho de que a diversos tipos de plásticos muy utilizados (como el PET, PVC, PDB, entre otros) se le añaden gran cantidad de compuestos químicos para darles estabilidad, elasticidad, color, o funcionar como retardantes de llama, entre otras propiedades y estos compuestos al ser vertidos junto al plástico en el mar se disocian del polímero y generan efectos negativos en las comunidades de organismos marinos.
A la izquierda Pedro Campoy López, a la derecha Alexandre M. Schönemann, ambos inmortalizados durante sus trabajos con los disruptores endocrinos.
Una de las mayores preocupaciones respecto a los aditivos de plásticos es la capacidad de comportarse como una hormona y por tanto causar una alteración llamada disrupción endocrina en organismos marinos que se ven expuestos a estos contaminantes en su medio natural. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), los disruptores endocrinos se definen como: “compuestos exógenos o mezcla de estos que alteran las funciones del sistema endocrino y consecuentemente causan efectos adversos en la salud de organismos, su progenie o en poblaciones”, y tienen una importante repercusión interfiriendo en los sistemas metabólicos humano y animal, alterando el crecimiento, la reproducción.
En este punto es justo donde el equipo de investigación ECOTOX está enfocando sus esfuerzos fomentando, entre otros trabajos, dos tesis doctorales basadas en la utilización de dos modelos de experimentación diferentes: un invertebrado de la familia de los equinodermos, el erizo de mar Paracentrotus lividus y un pez estuarino de la familia de los ciprínidos, Cyprinodon variegatus, con el objetivo de observar los efectos perjudiciales de estos compuestos. Esto permitirá esclarecer si la exposición a un xenoestrógeno, como algunos aditivos plásticos —Bisfenol A, ftalatos, retardantes de llama, filtros UV, etc.— al ser reconocidos en el organismo como una hormona puede llegar a desregular el crecimiento y reproducción de estos organismos.
Además, los trabajos, encauzados por el Dr. Ricardo Beiras, se centran en el uso de nuevas herramientas basadas en las técnicas ómicas (transcriptómica y proteómica) para la búsqueda de biomarcadores de disrupción endocrina, como pueden ser genes y proteínas diana, relacionados con el desarrollo y maduración sexual de estas especies.
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1. Ricardo Beiras. Marine Pollution 1st Edition. Elsevier. 2018. p. 69-82 .
2. Jambeck, J. R., Geyer, R., Wilcox, C., Siegler, T. R., Perryman, M., Andrady, A., ... & Law, K. L. (2015). Plastic waste inputs from land into the ocean. Science, 347(6223), 768-771.
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